Meditaciones acerca del mucho bien que Dios nos hace

La contemplación de los favores recoge del hermoso jardín de la naturaleza, y de la iglesia, muchas y primorosas flores de dones divinos, se deleita en su aroma vivificador, y a su vez presenta la ofrenda de sus labios como sacrificio fragante para Dios (Ef 5:2).

Estos innumerables e inconmensurables favores de Dios los podemos resumir en tres grupos, conforme a los tres artículos del credo cristiano. Dios nos ha creado, redimido y santificado. Ya en la vida presente nos colma de muchísimas bendiciones y nos promete darnos dones aún mayores en la vida futura. Nos da bienes espirituales, físicos, y para uso cotidiano; nos protege de lo malo, y nos permite gozar de lo bueno; lo que pasó, lo deja ahí, en el pasado, y lo que habrá de pasar, lo encamina y dispone. Muchas son las dispensaciones de su gracia con que nos beneficia; muchas más aún son aquellas con que nos guarda del mal. En suma: nuestras palabras y nuestros pensamientos son incapaces de medir cabalmente la cantidad y el valor de los favores de Dios- estos favores que constituirán el inagotable tema de nuestra alabanza en la vida eterna.