El afligido dice:

Para recibir las bendiciones de la Palabra y de los santos sacramentos hace falta la fe. Para que se concretice un regalo, además de la mano que da el obsequio hace falta la mano que lo recibe. Pero mi fe es demasiado débil. Mi corazón se siente sacudido de acá para allá por toda clase de tentaciones. Estoy confundido y me falta firmeza y confianza.

El hermano en Cristo responde:

La fe débil todavía sigue siendo fe. La fe cristiana se adhiere a Cristo. Con Cristo recibimos la gracia de Dios, el perdón de los pecados y la vida eterna, no porque nuestra fe sea fuerte, sino porque todavía es fe. La fe fuerte se adhiere a Cristo con más firmeza, pero la fe débil también se adhiere a Cristo para salvación. El profeta Isaías profetizó acerca de Jesucristo, nuestro misericordioso Salvador, diciendo que Él "no quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare. " (Is.42:3). Aún la más pequeña chispa de fe es obra del Espíritu Santo, porque "no somos competentes por nosotros mismos, para pensar algo como de nosotros mismos." (2 Co.3:5). Dios es quien obra en nosotros "tanto el querer como el hacer. " (Fil.2:13).

Él no desechará la buena obra que comenzó en nuestros corazones, sino que la perfeccionará y confirmará. (Fil. 1:6). 20 Dios quiere consolarnos, como una madre consuela a su hijo (ls.66:13). Y a un niño pequeño, que aún no sabe hablar, la madre lo trata con ternura mucho mayor y le brinda mucho más cuidado que a un hijo desarrollado.

De la misma manera, Dios no deja de lado al que es débil en la fe, antes bien se empeña en curarlo y fortalecerlo, como hacemos nosotros con el que es físicamente débil. Jesús asegura en Mateo 17:20: "Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará, y nada os será imposible." (Mt. 17:20). Si la fe que puede obrar milagros, aunque no fuere mayor que un grano de mostaza, es capaz de mover montañas, entonces la fe salvadora, por débil que fuere, es capaz de remover montañas de dudas y tentaciones. El poder de Dios obra aún en nuestras debilidades (2 Co. 12:9).

No te desalientes a causa de la debilidad de tu fe. Recuerda que el poder de Dios puede convertir lo estéril en fértil; puede sanar lo que está herido, doblar lo que es rígido, calentar lo que está frío, y enderezar lo que está torcido. Reconoce la debilidad de tu fe, y apóyate tanto más en el cayado de la Palabra de Dios. La Palabra es la fuente de la cual brota la fe, y también es el alimento que la nutre. Ora como los discípulos de Jesús: "Señor, auméntanos la fe. " (Le. 17:5). Y como el padre del joven poseído, diciendo: "Creo, ayuda mi incredulidad. " (Mr.9:24).