El afligido dice:
Siento sinceramente que mi conciencia haya sufrido tantas heridas. Deseo que esas heridas sean sanadas. Quiero guardar una buena conciencia en el futuro. Pero, me temo que mi arrepentimiento llegue demasiado tarde. He desechado demasiadas veces la gracia de Dios, y tengo miedo de que ahora Dios me rechace.
El hermano en Cristo responde:
Mientras uno todavía está viviendo en este mundo, el arrepentimiento jamás puede llegar demasiado tarde. Muchos son contratados para trabajar en la viña del Señor a última hora. Sin embargo, reciben el mismo jornal de la gracia, igual que los demás. (Mt.20:9). Ninguna demora puede limitar el amor de Dios a los perdidos. Para Dios, el arrepentimiento de ellos nunca llega demasiado tarde, porque ante los ojos de Dios, el pasado y el futuro son siempre lo mismo que el presente. Acuérdate del malhechor que murió crucificado al lado de Cristo. Estaba muñéndose, pero todavía pudo recibir el perdón de sus pecados y la promesa de ir al Paraíso, porque estaba arrepentido y buscó salvación en Cristo. "En tanto que se dice: Hoy, " Dios desea sinceramente nuestra conversión. (He.3:13).
En tanto que el esposo celestial retarda su venida, la puerta de la gracia y del perdón permanece abierta. (Mt.25:1 ss.). Durante todo el tiempo de nuestra vida, inclusive en nuestra última hora, se nos concede la oportunidad de arrepentimos. Dios extiende sus manos todo el día. (ls.65:2). Jesús no rechazará a nadie que se acerque a Él, en el momento que fuere. (Jn.6:37). Nunca necesitas temer que tu sincero arrepentimiento llegue demasiado tarde. Pero, no te arrepientas solamente porque te ves cerca de la muerte, y temes el inminente castigo de Dios. El verdadero arrepentimiento proviene de la ley de Dios, por medio de la cual el Espíritu Santo te lleva a lamentar tus numerosas transgresiones, por haber ofendido con ellas al Señor, tu Dios.
Confía en Cristo, quien murió para que sea posible perdonarte tus pecados. Las Buenas Noticias del perdón crean el deseo de consagrar el resto de tu vida al servicio de Dios. Humíllate ante el Señor. Dios no despreciará al corazón contrito y quebrantado. (Sal.51). En Isaías 66:2 Dios dice: "Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra. "