El afligido dice:

No dudo que por medio de la fe tengo acceso a Cristo. Pero, Jesús dice que el que perseverare en la fe será salvo (Mt. 10:22), y yo no sé si perseveraré hasta el fin. Lo más importante no es el comienzo, sino el final de los creyentes. Por ejemplo, Judas comenzó bien, pero terminó catastróficamente; mientras que Pablo comenzó mal, pero terminó bien. Sin perseverancia no se logra la victoria. En Apocalipsis 3:11 nuestro Salvador exhorta: "Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. " Oigo eso, y me da miedo. Me atemorizo, y dudo. Pierdo la confianza del corazón.

El hermano en Cristo responde:

Piensa en estas tres cosas. El amor de Dios, que te acepta como hijo; la veracidad de Dios, que mantiene sus promesas; y el poder de Dios, que hace y da lo que ha prometido. Tu mente insensata puede rezongar todo lo que quiera. Si tu razón te cuestiona, preguntándote cómo es posible que tú aspires a una gloria futura tan inmensa, contéstate a ti mismo diciendo con el apóstol: "Yo sé a quién he creído. " (2 Ti. 1:12). Sé que Él, en su amor, me recibió como hijo suyo; sé que Él es veraz y poderoso para cumplir sus promesas. Mi esperanza está anclada firmemente a la promesa de Dios.

Estos son los tres pilares en los que puedes basar tu fe y esperanza, contra todas las embestidas de la duda y la incredulidad. La piadosa voluntad de Dios, que de pura gracia te recibe por hijo. La inquebrantable fidelidad de Dios, con la que Él siempre cumple sus promesas. Y el infinito poder de Dios, con el cual Él puede realizar lo prometido. Tu Dios es bondadoso, y te ha prometido bondad. "El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. " (Fil. 1:6; 2:13). "Dios es fiel, y no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. " (1ª Co. 10:13).

Tu Dios es bondadoso, y te ha prometido bondad. Y Él también es poderoso para llevar a cabo sus promesas. Puedes estar seguro de que Dios es capaz de guardar hasta el día del Juicio Final lo que le has encomendado. (2ª Ti. 1:12). Nadie arrebatará a las ovejas de Cristo de su mano. El Padre celestial las entregó a su Hijo, y nadie las puede arrebatar de su mano. (Jn. 10:28-29). Cristo, el único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, oró por todos los que llegaríamos a creer en Él mediante su palabra. Pidió al padre que los mantenga unidos a Él, y que lleguen a ver la gloria que el Padre celestial le ha dado. (Jn. 17:20).

Así, Cristo ha orado por ti. ¿Puedes dudar que el Padre celestial oiga la oración de su amado Hijo? ¿No crees que el Padre oirá el ruego de su Hijo, que está en su seno? ¿Piensas que habría de negarle lo que pide su Hijo, en quién Él tiene su complacencia? (Mt.3:17). ¡Nunca! ¡Jamás! La oración de Cristo indefectiblemente será oída y atendida. Y Él ha orado para que vivas con Él, y un día participes de su gloria celestial.