El afligido dice:
Creo que por medio del bautismo he sido incorporado al pacto de la gracia de Dios, he recibido el perdón de mis pecados, y he sido registrado en el libro de la vida. Pero con mis pecados he caído nuevamente de la gracia, he perdido el perdón cometiendo nuevas transgresiones, y he merecido ser borrado del libro de la vida...
El hermano en Cristo responde:
El pacto de Dios es eterno. El camino de regreso está siempre abierto para el arrepentido. En Génesis 17:13 Dios dice que la circuncisión era un pacto eterno. No dudemos que Dios procede del mismo modo con el pacto del bautismo, que según Colosenses 2:11-12 ha reemplazado a la circuncisión. En Oseas 2:19-20 Dios les promete a aquellos con quienes hace pacto: "Te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová. “Y en Isaías 54:10: "Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti."
Por eso, nunca digamos que nuestra infidelidad puede anular la fidelidad de Dios.(Ro.3:3-4). Incluso cuando negamos la fe y la palabra de Dios, Él sigue siendo fiel y verdadero, sin cambiar. Dios no puede negarse a sí mismo (2 Ti.2:13). Los pecados en los que caes por debilidad no te excluyen del pacto de la gracia de Dios. Sí puedes llegar a perder la gracia de Dios cuando te empeñas en pecar conscientemente y a propósito, con obstinada maldad y contra tu mejor saber y entender. Sin embargo, el retorno al pacto de gracia permanece siempre abierto para el que se arrepiente. El apóstol Pedro había negado a Cristo, pero después de haberse arrepentido y creer nuevamente en Cristo, buscó tanto más en el bautismo la promesa de su salvación. (1 P.3:21).
Los gálatas y corintios habían caído de la gracia muy seriamente. Pero cuando se arrepintieron, el apóstol los reconfortó remitiéndolos a su bautismo. Les recuerda que "todos los que han sido bautizados en Cristo, de Cristo están revestidos. " (Gá.3:27). Les asegura que han sido lavados y bautizados por un solo Espíritu en un mismo cuerpo (1 Co.l2:13). El poder del bautismo se extiende hacia el futuro, y no es anulado por la recaída del hombre. De parte de Dios, la promesa sigue siendo firme y verdadera.
San Pablo dice en Efesios 5 que Cristo limpia a su Iglesia con "el lavamiento del agua por la palabra. " En virtud de la Palabra, el bautismo lava y quita todas las manchas de pecado en los que han nacido de nuevo. No quita sólo los pecados anteriores, sino también los que se cometerán posteriormente, por ignorancia o debilidad. No hay que repetir el bautismo cada vez que el creyente cae en pecado. Lo que hay que hacer es recibir por medio de la fe el perdón que ya fue concedido por medio del bautismo, y que abarca tanto a los pecados anteriores como a los que se cometen después del bautismo.
Reconoce y lamenta tus pecados, pero no niegues ni olvides la gracia que te ha sido concedida en el bautismo. Aunque caigas mil veces, levántate y vuelve siempre de nuevo. "Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo. " (Jer.3:12). Como el salmista, tómate a pecho esta palabra del Señor! (Sal.27:7). Él tendrá piedad de ti, y recordará su promesa, porque no puede negarse a sí mismo, ni negar su Palabra.