Dios omnipotente, eterno y misericordioso, Señor de los ejércitos, que pones y depones reyes (Dn 2:21), por quienes fueron impuestas todas las autoridades (Ro 13:1), a quién adoran los ángeles, alaban los arcángeles, sirven las potestades; con todos ellos uno ahora mi voz en oración y te suplico: da a nuestras autoridades un espíritu de sabiduría y fortalécelas con tu gran poder (Ef 6:10). Asiste con tu gracia a todos los gobernantes y guárdalos de los peligros que los amenazan en el cargo que desempeñan. Haz que sean conscientes de que, aun como superiores, están sometidos a ti, Señor de todos, ante quién deberán rendir cuentas de cuanto hicieron. Que sean custodios de la paz, ya que te sirven a ti, el Príncipe de la paz. Que defiendan la justicia, ya que son servidores tuyos, el Juez supremo y justísimo. Que actúen con benevolencia, ya que te sirven a ti, el Padre benévolo. Que se atengan a lo que dicen tus mandamientos, y protejan también a la iglesia en este mundo de opositores. Que  no se ensoberbezcan de su poder terrenal y pasajero, ignorando que hay un poder superior al de ellos, celestial y eterno. Que eviten todo abuso de su autoridad, sino que cumplan con las funciones de su cargo de manera tal que junto con todos los elegidos puedan gobernar para siempre en el glorioso reino del Señor. Más si se erigen en tiranos, serán también tiranizados para siempre en el horroroso reino de Satanás.

A nosotros empero, que según tu voluntad debemos someternos a las autoridades (Ro 13:1), danos un corazón que obedezca de buena voluntad, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna (1Ti 2:2). Guía nuestros pensamientos, palabras y obras para que tributemos el honor y la obediencia debidos a nuestras autoridades legítimas y sus ordenanzas equitativas, practicando así la verdadera libertad cristiana. Pues sólo esto es libertad genuina: servir a Dios, a la autoridad, y a las leyes. Haz que respetemos a los que han de ser tus representantes en esta tierra. Que los gobernantes se mantengan despiertos y no se entreguen al sueño (Pr 20:13). Que los gobernados presten oídos a lo que les digan, y que para todos se abran al fin las puertas del cielo. Amén.