El afligido dice:
Cuando pienso en la gran misericordia de Dios y en el sacrificio de Cristo siento algo de consuelo. Eso me libra de la desesperación. Pero, no estoy seguro de que las promesas del Evangelio sean válidas para mí también. Dios no sólo es misericordioso, sino también severo. Y no todos reciben los beneficios de Cristo...
El hermano en Cristo responde:
Le estás dando Jugaren tu mente a una idea equivocada, al pensar que Dios quiere salvar solamente algunas personas, y no a todas. El Salvador invita a todos. Las promesas del Evangelio, que ofrecen perdón y salvación eterna, son para todos los seres humanos, no sólo para algunos. (Mr. 16:15-16). Jesucristo desea que todos vengan a Él, y su invitación es seria y verdadera, no sólo una formalidad.
Para el Señor es un auténtico placer invitar a los pecadores y recibirlos con misericordia. Por medio del profeta Ezequiel Él nos asegura: "Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. " (Ez.33:ll; 18:32). ¿Puedes ver aquí cómo Dios jura por Sí mismo, que Él desea sinceramente la conversión de los que se están perdiendo por culpa de sus pecados? "Venid a mí" -dice nuestro Salvador- "todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. " (Mt. 11:28). ¿No ves aquí que el camino a Cristo está abierto para todos los que se sienten agobiados bajo el yugo del pecado? ¿No oyes cómo el Salvador les ofrece descanso y aliento a sus almas?
El apóstol Pablo escribió una verdad celestial que aprendió en carne propia, cuando dijo: "Dios nuestro Salvador... quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. " (1 Ti.2:3). "Porque Dios sujetó a todos a desobediencia, para tener misericordia de todos. " (Ro. 11:32). Dios se interesa profundamente por la salvación de todos; y su gracia está disponible para todos. Nadie está excluido, salvo aquel que se excluye a sí mismo. Hay un sólo Dios, y quiere que todas las personas creadas por Él sean salvas. Hay un sólo Salvador, que se dio a sí mismo en rescate por todos, y quiere que toda la humanidad redimida por Él se beneficie con su rescate. "El Señor no quiere que ninguno perezca ", escribe el apóstol Pedro, que también experimentó esa verdad en su vida. (2 P.3:9).
Así, pues, la paciencia y la bondad de Dios están llamando al arrepentimiento a todos. Dios no se complace en la perdición de nadie. Entonces, no contradigas esta clara verdad. Son palabras del Espíritu Santo, escritas con la claridad de la luz del sol. Debes darle más valor al consuelo de la Escritura, que a tus pensamientos y sentimientos. Porque la Escritura es la palabra del Dios viviente, que nunca engaña y que no puede mentir. El que nos miente y engaña es nuestro propio corazón.