LA CONFESIÓN DE AUGSBURGO

Confesión de Fe Presentada en Augsburgo

por ciertos Príncipes y Ciudades a

Su Majestad Imperial Carlos V

en el año 1530

«Hablaré de tus testimonios delante
de los reyes, y no me avergonzaré»,

Salmo 119:46

PREFACIO

1] Ilustrísimo, poderosísimo e invencible Emperador, clementísimo Señor: Hace poco tiempo1 Vuestra Majestad Imperial se dignó convocar aquí mismo, en Augsburgo, una dieta general, especificando expresamente las cuestiones referentes al turco, enemigo hereditario del nombre cristiano y del nuestro, y qué hacer para resistirle eficazmente con una ayuda perseverante.

2] También deliberaría sobre el modo de «tratar las diferencias en la santa fe y en la religión cristiana»2. Se dedicaría igualmente a «escuchar, comprender y examinar entre nosotros, con caridad y bondad, las opiniones, pareceres y sentimientos de cada uno».

3] Se esforzaría en «conciliar las opiniones y reducirlas a una sola verdad cristiana, eliminando todo aquello que, de una u otra parte, hubiera sido interpretado o tratado incorrectamente, para obligar a adoptar y observar por todos nosotros una sola y verdadera religión».

4] Y, así como estamos y combatimos todos bajo un solo Cristo,

5] así también vivamos todos en una sola comunión, en una sola iglesia y en una sola concordia. Y nosotros, elector y príncipes infrascritos, así como nuestros familiares, habiendo sido convocados con los demás electores, príncipes y estados, nos pusimos en camino, de tal modo que, sin gloriarnos por ello, hemos llegado aquí entre los primeros.

Además, Vuestra Majestad Imperial ---a fin de obedecer con toda sumisión al edicto de Vuestra Majestad Imperial, que hemos mencionado--- se ha dignado expresar en conformidad con el recordado edicto, con la más grande diligencia y de modo verbal, a todos los electores, príncipes y estados el deseo de que,

6] en lo concerniente las cuestiones de la fe, cada uno, en virtud de la convocatoria de Vuestra Majestad Imperial, antes mencionada, pusiera por escrito, en alemán y en latín, y se lo hiciera llegar como respuesta, sus opiniones, pareceres y sentimientos sobre estos errores, diferencias y abusos.

7] En consecuencia, después de haber reflexionado y celebrado consejo, se expuso el último miércoles3 a Vuestra Majestad Imperial que, por nuestra parte, estamos dispuestos a entregar hoy, viernes4, nuestra declaración en alemán y en latín, según la proposición de Vuestra Majestad Imperial.

8] Por este motivo, y para obedecer con toda sumisión a Vuestra Majestad Imperial, nosotros presentamos solemnemente y entregamos la confesión de fe de nuestros párrocos y de nuestros predicadores, que es su enseñanza y también nuestra fe, tal como ellos la predican, la enseñan y la observan, en conformidad con las Sagradas Escrituras y en la forma en que ellos la enseñan en nuestros países, principados, ciudades y territorios.

9] En completa sumisión a Vuestra Majestad Imperial, nuestro Señor muy clemente, nosotros estamos dispuestos ---si los otros electores, príncipes estados entregan también ellos ahora una doble declaración,

10] escrita en latín y en alemán, de sus sentimientos y opiniones--- a ocuparnos satisfactoriamente con sus queridos príncipes y los estados acerca de los caminos apropiados y convenientes, y ponernos de acuerdo sobre ellos, en la medida que lo permita la equidad. Intentando que, por ambos lados, en cuanto a partes, nuestras declaraciones escritas puedan ser tratadas con caridad y bondad en lo que dejan de desear y en lo que dividen, y que estas diferencias puedan ser reducidas a una sola y verdadera religión,

11] así como nosotros estamos y combatimos todos bajo un solo Cristo a quien tenemos el deber de confesar. Todo esto, según el tenor del edicto de Vuestra Majestad Imperial, mencionado más de una vez, y según la verdad divina, en tanto que nosotros invocamos a Dios todopoderoso, con gran humildad, pidiéndole nos otorgue esta gracia. Amén.

12] Pero si, por respecto a nuestros señores y amigos, particularmente los electores, los príncipes y los estados de la otra parte, no hubiera ni progreso ni resultado en estos debates,

13] en el sentido de la convocatoria de Vuestra Majestad Imperial ---es decir, el modo de actuar entre nosotros, con caridad y bondad--- al menos, por nuestra parte, nada faltará que pueda contribuir a la concordia cristiana, tal como se puede hacer con la ayuda de Dios y una buena conciencia.

14] De esto Vuestra Majestad Imperial, así como nuestros amigos mencionados, los electores, príncipes y estados, y todo el que ama la religión cristiana y se enfrenta a estas cuestiones, se dignarán darse cuenta de buena gana y suficientemente, conociendo la confesión siguiente de nuestra fe y la de los nuestros.

15] Precedentemente, Vuestra Majestad Imperial se dignó dar a entender a los electores, a los príncipes y a los estados del Imperio, especialmente mediante una instrucción leída públicamente en la dieta habida en Espira,

16] el año 1526, que, por los motivos en ella indicados, Vuestra Majestad Imperial no tenía intensiones de tomar decisiones en asuntos concernientes a nuestra santa fe, sino, por el contrario, insistir diligentemente que el papa ordenara a la celebración de un concilio.

17] Hace un año, en la última dieta de Espira, por medio de una instrucción escrita,

18] Vuestra Majestad Imperial hizo anunciar a los electores, príncipes y estados mediante el lugarteniente de su Majestad Imperial, el rey de Bohemia y de Hungría5, etc., así como el orador de Vuestra Majestad Imperial6 y por comisarios señalados, que Vuestra Majestad Imperial había examinado el parecer del gobernador, del presidente y de los consejeros de la regencia imperial, así como el de los delegados de los electores, de los príncipes y de los estados ausentes, reunidos en la dieta convocada en Ratisbona7, parecer referente al concilio general, y que Vuestra Majestad juzgó igualmente útil que este concilio se celebrara. Por otra parte, como los asuntos entre Vuestra Majestad Imperial y el papa se encaminaban hacia un buen entendimiento cristiano,

19] y Vuestra Majestad Imperial estaba seguro de que el papa no rechazaría tener el concilio general, Vuestra Majestad Imperial, por su clemencia, estaba dispuesto a actuar en adelante de tal modo que el papa consintiera,

20] de acuerdo con Vuestra Majestad Imperial, en convocar lo antes posible este concilio general, y que nada impediría su ejecución.

21] En consecuencia, completamente sumisos a Vuestra Majestad Imperial y, además, en el caso antes mencionado, nosotros nos ofrecemos a ir a un concilio general, libre y cristiano. En todas las dietas que Vuestra Majestad Imperial ha celebrado en el Imperio durante su reinado, los electores, los príncipes y los estados han concluido la celebración del concilio, por altos y ponderados motivos.

22] A este concilio general habíamos apelado también nosotros precedentemente8, así como a Vuestra Majestad Imperial, en la forma y costumbre del derecho, por razón de estas muy importantes cuestiones.

23] Nosotros permanecemos todavía interesados en esta problemática y aceptamos este modo de actuar u otro posterior. (Siempre que estas cuestiones, que nos dividen, sean comprendidas con caridad y bondad, según las palabras de Vuestra Majestad Imperial, y examinadas y solucionadas en la perspectiva de la unidad cristiana). Esto es lo que nosotros testimoniamos y protestamos públicamente.

24] Y he aquí la confesión de fe que es la nuestra y la de los nuestros, como sigue a continuación, distinguiendo artículo por artículo.