La Quinta Petición
85] "Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores".
86] Esta petición tiene que ver con nuestra vida pobre y miserable. Aunque tenemos la Palabra de Dios y creemos, aunque obedecemos y nos sometemos a su voluntad y somos sostenidos por el don y la bendición de Dios, sin embargo no estamos libres de pecado. Seguimos tropezando cada día y transgrediendo, porque vivimos en el mundo entre personas que nos irritan y nos dan ocasión para la impaciencia, la ira, la venganza, etc.
87] Además, Satanás está a nuestras espaldas, asediándonos por todas partes y, como hemos oído, dirigiendo sus ataques contra todas las peticiones anteriores, de modo que no siempre es posible mantenerse firme en un conflicto tan incesante.
88] También aquí hay gran necesidad de invocar a Dios y rezar: "Padre amado, perdónanos nuestras deudas". No es que Él no perdone el pecado incluso sin y antes de nuestra oración; y nos dio el Evangelio, en el que no hay más que perdón, antes de que rezáramos o siquiera pensáramos en ello. Pero de lo que se trata aquí es de que reconozcamos y aceptemos este perdón.
89] Porque la carne en la que vivimos diariamente es de tal naturaleza que no confía ni cree en Dios, y es constantemente excitada por malos deseos y maquinaciones, de modo que pecamos diariamente de palabra y obra, en actos de comisión y omisión. Así nuestra conciencia se inquieta; teme la ira y el desagrado de Dios, y por eso pierde el consuelo y la confianza del Evangelio. Por eso es necesario acudir constantemente a esta petición en busca del consuelo que restaure nuestra conciencia.
90] Esto debe servir a Dios para quebrantar nuestro orgullo y mantenernos humildes. Él se ha reservado esta prerrogativa, para que si alguien presume de su bondad y desprecia a los demás se examine a la luz de esta petición. Descubrirá que no es mejor que los demás, que en presencia de Dios todos los hombres deben humillarse y alegrarse de poder alcanzar el perdón.
91] Que nadie piense que alguna vez en esta vida llegará al punto en que no necesite este perdón. En resumen, a menos que Dios perdone constantemente, estamos perdidos.
92] Así pues, esta petición es en realidad una súplica a Dios para que no considere nuestros pecados y nos castigue como merecemos cada día, sino que nos trate con gracia, nos perdone como ha prometido, y nos conceda así una conciencia feliz y alegre para presentarnos ante Él en oración. Cuando el corazón no está bien con Dios y no puede alcanzar tal confianza, nunca se atreverá a orar. Pero tal corazón confiado y alegre sólo puede provenir del conocimiento de que nuestros pecados son perdonados.
93] Mientras tanto, se añade una cláusula necesaria pero reconfortante: "así como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Dios nos ha prometido la seguridad de que todo está perdonado y perdonado, pero con la condición de que también perdonemos a nuestro prójimo.
94] Puesto que todos los días pecamos gravemente contra Dios y, sin embargo, Él lo perdona todo por la gracia, debemos perdonar siempre a nuestro prójimo que nos hace daño, violencia e injusticia, tiene malicia contra nosotros, etc.
95] Si no perdonas, no pienses que Dios te perdona. Pero si perdonas, tienes el consuelo y la seguridad de que eres perdonado en el cielo.
96] No por el hecho de que perdones, pues Dios lo hace totalmente gratis, por pura gracia, porque lo ha prometido, como enseña el Evangelio. Pero ha establecido esta condición para nuestro fortalecimiento y seguridad como una señal junto con la promesa que está de acuerdo con esta petición, Lucas 6:37, "Perdonad y seréis perdonados". Por eso Cristo lo repite inmediatamente después del Padrenuestro en Mt. 6:14, diciendo: "Si perdonáis a los hombres sus ofensas, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros", etc.
97] Por tanto, este signo se adjunta a la petición, para que cuando oremos recordemos la promesa y pensemos: "Querido Padre, vengo a Ti orando por el perdón, no porque pueda satisfacer o merecer algo por mis obras, sino porque Tú has dado la promesa y has puesto tu sello en ella, haciéndola tan cierta como una absolución pronunciada por Ti mismo."
98] Todo lo que puede ser efectuado por el Bautismo y la Cena del Señor, que son designados como signos externos, este signo también puede efectuar para fortalecer y alegrar nuestra conciencia. Y ha sido especialmente instituido para que lo usemos y practiquemos cada hora, teniéndolo siempre con nosotros.