CATECISMO MAYOR

del Dr. Martín Lutero

INTRODUCCIÓN Histórica

Lutero comenzó a escribir lo que sería el Catecismo Mayor en diciembre de 1528, iniciando con la revisión de sus sermones de septiembre. En enero de 1529, continuó esta labor, utilizando especialmente sus sermones de diciembre como base para el trabajo a partir del tercer mandamiento. Una enfermedad le obligó a interrumpir el proyecto, pero lo retomó en marzo de 1529; sus sermones de la Semana Santa (21-27 de marzo de 1529) influyeron significativamente en su tratamiento sobre la Cena del Señor y (en la segunda edición) la Confesión.

El ‘Catecismo Alemán’, como se tituló inicialmente al Catecismo Mayor, fue publicado a mediados de abril de 1529, seguido inmediatamente de revisiones. El impresor, Georg Rhau (1488–1548), añadió un importante avance pedagógico con grabados en madera del taller de Lucas Cranach Sr.

La edición de 1530 incluyó un prólogo más extenso de Lutero, que probablemente compuso mientras estaba en el Castillo de Coburgo durante la famosa Dieta de Augsburgo en 1530, evento al cual no pudo asistir al ser un hereje condenado y proscrito. La última edición en vida de Lutero data de 1538 y contiene solo correcciones menores. Aunque principalmente conocido en alemán, el Catecismo Mayor fue traducido al latín refinado (con citas clásicas) por Vincent Obsopoeus en 1529.

El Libro de Concordia, de 1580, incluyó los catecismos de Lutero entre las confesiones luteranas normativas que se han utilizado desde entonces. Los catecismos también se utilizaron junto con las órdenes eclesiásticas (Kirchenordnung) que organizaron efectivamente la vida religiosa luterana desde el siglo XVI.

El orden con el que Lutero avanza en el Catecismo Mayor es deliberado y tiene una clara justificación teológica: los Mandamientos expresan las expectativas de Dios; el Credo proclama la promesa y acción de Dios; el Padre Nuestro traduce la ley y el evangelio en un discurso personal con Dios; y los sacramentos ofrecen expresiones tangibles de la gracia de Dios y señales en las que apoyarse en la fe.

A través de todos estos elementos, Lutero sigue las huellas del Espíritu Santo como el facilitador supremo, obrando la fe que cree y afirma todas estas cosas.

A lo largo del libro, Lutero expresa su confianza inquebrantable en la presencia activa y poderosa de Dios en la vida humana a través de la palabra. Asegura a sus compañeros cristianos la certeza de la promesa de Dios de estar presente y activo para aquellos que se comprometen con la palabra de Dios.

Él escribe: "Nada es tan poderosamente efectivo contra el diablo, el mundo, la carne y todos los malos pensamientos como ocuparse de la palabra de Dios, hablar sobre ella y meditar en ella... Por esta razón sola deberías leer, recitar, reflexionar y practicar el catecismo con gusto" (CM, 381:9-11). "En tales lecturas, conversaciones y meditaciones, el Espíritu Santo está presente" (CM, 381:9).

Este documento no solo es un reflejo de las preocupaciones teológicas de Lutero, sino también un manual para la vida diaria de los fieles, articulando las expectativas de Dios a través de los Mandamientos, las promesas divinas a través del Credo, y el diálogo personal con Dios a través del Padre Nuestro, todo mientras presenta los sacramentos como expresiones tangibles de la gracia de Dios. En su conjunto, el Catecismo Mayor es una obra que invita a los lectores a explorar las profundidades de la fe cristiana, destacándose como una herramienta esencial para entender y vivir la espiritualidad cristiana.