Artículo IX. Sobre el Bautismo

51] Los adversarios también están de acuerdo con el noveno artículo, donde confesamos que el bautismo es necesario para la salvación, y que el bautismo de los niños pequeños no es en vano, sino necesario y beneficioso.

52] Y puesto que el Evangelio se predica pura y diligentemente entre nosotros, también tenemos, gracias a Dios, el gran beneficio y fruto bendito de ello, que los anabaptistas no se han infiltrado en nuestras iglesias. Pues nuestro pueblo, gracias a Dios, está instruido por la Palabra de Dios contra las malvadas sectas de estos asesinos, y aunque condenamos y reprimimos muchos otros errores de los anabaptistas, hemos especialmente luchado contra ellos y defendido que el bautismo de los niños no es inútil.

Pues es absolutamente cierto que las promesas divinas de la gracia del Espíritu Santo conciernen no solo a los adultos, sino también a los niños. Ahora bien, las promesas no se aplican a aquellos que están fuera de la iglesia de Cristo, donde no hay Evangelio ni sacramento. Pues el reino de Cristo solo está donde está la Palabra de Dios y los sacramentos. Por lo tanto, es verdaderamente cristiano y necesario bautizar a los niños, para que puedan ser partícipes del Evangelio, la promesa de la salvación y la gracia, como Cristo manda: “Id y bautizad a todas las naciones.” Así como se les ofrece la gracia, la salvación en Cristo, también se les ofrece el bautismo, tanto a hombres como a mujeres, a niños y a pequeños. Por lo tanto, de ello se sigue ciertamente que se puede y debe bautizar a los niños pequeños, pues en y con el bautismo se les ofrece la gracia común y el tesoro del Evangelio.

53] En segundo lugar, es evidente que a Dios el Señor le agrada el bautismo de los niños pequeños. Por lo tanto, los anabaptistas enseñan erróneamente al condenar ese bautismo. Que Dios se complace con el bautismo de los niños pequeños lo muestra al dar el Espíritu Santo a muchos que fueron bautizados en su infancia; pues ha habido muchos santos en la iglesia que no fueron bautizados de otra manera.hubiera iglesia, y a menudo parece que ha desaparecido por completo. Para que podamos estar seguros, no dudar, sino creer firmemente que verdaderamente habrá una iglesia cristiana en la tierra hasta el fin del mundo; que no dudemos en absoluto que hay una iglesia cristiana en la tierra, que es la novia de Cristo, aunque la multitud impía sea más y mayor; que también el Señor Cristo en la tierra, en la asamblea llamada iglesia, obra diariamente, perdona pecados, escucha la oración diariamente, consuela y levanta con fuerte consuelo en las aflicciones a los suyos;