Artículo XIV. Sobre el Gobierno de la Iglesia

24] En el decimocuarto artículo, donde decimos que nadie debe ser permitido predicar o administrar los sacramentos en la iglesia, excepto aquellos que están debidamente llamados, los adversarios lo aceptan, siempre y cuando entendamos el llamado como refiriéndose a sacerdotes que han sido ordenados según el contenido de los cánones. Hemos expresado en repetidas ocasiones en esta dieta que estamos altamente inclinados a apoyar las antiguas órdenes eclesiásticas y el gobierno de los obispos, lo que se llama la política canónica, si los obispos estuvieran dispuestos a tolerar nuestra doctrina y aceptar a nuestros sacerdotes.

25] Sin embargo, los obispos hasta ahora han perseguido y asesinado a los nuestros en contra de sus propios derechos. Tampoco hemos logrado que cesen tal tiranía. Por lo tanto, la culpa de nuestra desobediencia recae en los obispos, y estamos justificados ante Dios y ante todas las personas piadosas. Porque, dado que los obispos no quieren tolerar a los nuestros a menos que abandonemos esta doctrina que hemos confesado, y nosotros, ante Dios, estamos obligados a confesar y mantener esta doctrina, debemos dejar de lado a los obispos y obedecer más a Dios, sabiendo que la iglesia cristiana está donde la Palabra de Dios se enseña correctamente.

28] Los obispos deberán considerar cómo justificarán ante Dios que, mediante tal tiranía, están desgarrando y devastando la iglesia.