Tercer Artículo
34] "Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia cristiana, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna. Amén."
35] A este artículo, como he dicho, no puedo darle mejor título que "Santificación". En él está expresado y retratado el Espíritu Santo y su oficio, que es el de hacernos santos. Por lo tanto, debemos concentrarnos en el término "Espíritu Santo", porque es tan preciso que no podemos encontrar ningún sustituto para él.
36] En las Escrituras se mencionan muchas otras clases de espíritus, como el espíritu del hombre, los espíritus celestiales y el espíritu maligno. Pero sólo el Espíritu de Dios es llamado Espíritu Santo, es decir, el que nos ha santificado y nos santifica. Así como el Padre es llamado Creador y el Hijo Redentor, por su obra el Espíritu Santo debe ser llamado Santificador, el que santifica.
37] ¿Cómo se produce esta santificación? Respuesta: Así como el Hijo obtiene el dominio comprándonos mediante su nacimiento, muerte y resurrección, etc., así el Espíritu Santo efectúa nuestra santificación mediante lo siguiente: la comunión de los santos o iglesia cristiana, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo y la vida eterna. En otras palabras, primero nos conduce a su santa comunidad, colocándonos en el seno de la Iglesia, donde nos predica y nos lleva a Cristo.
38] Ni tú ni yo podríamos jamás saber nada de Cristo, ni creer en él y tomarlo como nuestro Señor, a menos que esto se nos ofreciera primero y se otorgara en nuestros corazones a través de la predicación del Evangelio por el Espíritu Santo. La obra está terminada y completada, Cristo ha adquirido y ganado el tesoro para nosotros por sus sufrimientos, muerte y resurrección, etc. Pero si la obra permaneciera oculta y nadie la conociera, todo habría sido en vano, todo se habría perdido. Para que este tesoro no quedara enterrado, sino que fuera utilizado y disfrutado, Dios ha hecho publicar y proclamar la Palabra, en la que ha dado al Espíritu Santo para que nos ofrezca y aplique este tesoro de salvación.
39] Por lo tanto, santificar no es otra cosa que llevarnos al Señor Cristo para recibir esta bendición, que no podríamos obtener por nosotros mismos.
40] Aprende, pues, este artículo con la mayor claridad posible. Si te preguntan: ¿Qué quieres decir con las palabras "Creo en el Espíritu Santo"? puedes responder: "Creo que el Espíritu Santo me hace santo, como su nombre indica".
41] ¿Cómo lo hace? ¿Con qué medios? Respuesta: "Por medio de la iglesia cristiana, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna".
42] En primer lugar, tiene una comunidad única en el mundo. Es la madre que engendra y da a luz a todo cristiano por medio de la Palabra de Dios. El Espíritu Santo revela y predica esa Palabra, y mediante ella ilumina y enciende los corazones para que la capten y acepten, se aferren a ella y perseveren en ella.
43] Donde no hace que se predique la Palabra y no despierta el entendimiento en el corazón, todo está perdido. Este fue el caso bajo el papado, donde la fe fue enteramente empujada bajo el banco y nadie reconoció a Cristo como el Señor, o al Espíritu Santo como el Santificador. Es decir, nadie creía que Cristo es nuestro Señor en el sentido de que ganó para nosotros este tesoro sin nuestras obras y méritos y nos hizo aceptables al Padre.
44] ¿Qué faltaba aquí? No había Espíritu Santo presente para revelar esta verdad y hacerla predicar. Había hombres y espíritus malignos que nos enseñaban a obtener la gracia y a salvarnos por nuestras obras.
45] Por lo tanto, no había iglesia cristiana. Porque donde no se predica a Cristo, no hay Espíritu Santo que cree, llame y reúna a la iglesia cristiana, y fuera de ella nadie puede venir al Señor Cristo.
46] Que esto baste en cuanto al fondo de este artículo. Pero como hay varios puntos en él que no están del todo claros para el común de la gente, los repasaremos también.
47] El Credo llama a la santa Iglesia cristiana communio sanctorum, "comunión de los santos". Ambas expresiones tienen el mismo significado. En los primeros tiempos faltaba la última frase, y es ininteligible en nuestra traducción. Si se ha de traducir idiomáticamente, debemos expresarlo de manera muy diferente. La palabra ecclesia significa propiamente asamblea.
48] Nosotros, sin embargo, estamos acostumbrados al término Kirche, "iglesia", por el que la gente sencilla entiende no un grupo de personas, sino una casa o edificio consagrado. Pero la casa no debería llamarse iglesia más que por la única razón de que el grupo de personas se reúne allí. Porque los que nos reunimos elegimos un lugar especial y damos a la casa su nombre en virtud de la reunión. Así pues, la palabra "iglesia" (Kirche) no significa en realidad otra cosa que una asamblea común; no es de origen alemán, sino griego, como la palabra ecclesia. En esa lengua la palabra es kyria, y en latín curia. En nuestra lengua materna, por tanto, debería llamarse "congregación o asamblea cristiana", o mejor y más claramente, "pueblo cristiano santo".
49] Del mismo modo, la palabra communio, que se añade, no debería traducirse "comunión", sino "comunidad". No es más que un comentario o una interpretación con la que alguien ha querido explicar qué es la Iglesia cristiana. Pero algunos de nosotros, que no entendemos ni latín ni alemán, lo hemos traducido como "comunión de los santos", aunque ningún alemán usaría o entendería tal expresión. Para hablar idiomáticamente, deberíamos decir "una comunidad de santos", es decir, una comunidad compuesta sólo por santos, o, aún más claramente, "una comunidad santa".
50] Esto lo digo para que se entienda la expresión; se ha establecido tanto en el uso que no se puede desarraigar, y sería casi una herejía alterar una palabra.
51] Esta es la suma y la sustancia de esta frase: Creo que hay en la tierra un pequeño rebaño santo o comunidad de santos puros bajo una cabeza, Cristo. Es convocado por el Espíritu Santo en una sola fe, mente y entendimiento. Posee una variedad de dones, pero está unida en amor sin sectas ni cismas.
52] De esta comunidad también soy parte y miembro, participante y copartícipe de todas las bendiciones que posee. Fui traído a ella por el Espíritu Santo e incorporado a ella por el hecho de haber oído y seguir oyendo la Palabra de Dios, que es el primer paso para entrar en ella. Antes de haber avanzado tanto, éramos enteramente del diablo, sin saber nada de Dios ni de Cristo.
53] Hasta el último día el Espíritu Santo permanece con la santa comunidad o pueblo cristiano. Por medio de ella nos reúne, sirviéndose de ella para enseñar y predicar la Palabra. Por ella crea y acrecienta la santificación, haciendo que cada día crezca y se fortalezca en la fe y en los frutos del Espíritu.
54] Además, creemos que en esta Iglesia cristiana tenemos el perdón de los pecados, que se concede mediante los santos sacramentos y la absolución, así como mediante todas las palabras reconfortantes de todo el Evangelio. Hacia el perdón se dirige todo lo que se ha de predicar sobre los sacramentos y, en suma, todo el Evangelio y todos los deberes del cristianismo. El perdón es necesario constantemente, porque aunque la gracia de Dios ha sido ganada por Cristo, y la santidad ha sido obrada por el Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios en la unidad de la Iglesia cristiana, sin embargo, debido a que estamos cargados con nuestra carne nunca estamos libres de pecado.
55] Por eso, en la Iglesia cristiana todo está ordenado de tal manera que podamos obtener diariamente el pleno perdón de los pecados por medio de la Palabra y de los signos destinados a confortar y reanimar nuestras conciencias mientras vivamos. Aunque tengamos pecado, el Espíritu Santo se ocupa de que no nos perjudique, porque estamos en la Iglesia cristiana, donde hay pleno perdón de los pecados. Dios nos perdona, y nosotros nos perdonamos, soportamos y ayudamos mutuamente.
56] Pero fuera de la Iglesia cristiana (es decir, donde no está el Evangelio) no hay perdón y, por tanto, no hay santidad. Por lo tanto, todos los que buscan merecer la santidad a través de sus obras en lugar de a través del Evangelio y el perdón de los pecados se han expulsado y separado de la iglesia.
57] Mientras tanto, puesto que la santidad ha comenzado y crece cada día, esperamos el momento en que nuestra carne morirá, será sepultada con toda su inmundicia, y saldrá gloriosa y se levantará para completar y perfeccionar la santidad en una vida nueva y eterna.
58] Ahora sólo somos puros y santos a medias. El Espíritu Santo debe seguir obrando en nosotros a través de la Palabra, concediendo diariamente el perdón hasta que alcancemos esa vida en la que ya no habrá más perdón. En esa vida sólo hay personas perfectamente puras y santas, llenas de bondad y justicia, completamente liberadas del pecado, de la muerte y de todo mal, viviendo en cuerpos nuevos, inmortales y glorificados.
59] Todo esto, pues, es el oficio y la obra del Espíritu Santo, comenzar y aumentar diariamente la santidad en la tierra por estos dos medios, la iglesia cristiana y el perdón de los pecados. Luego, cuando pasemos de esta vida, perfeccionará instantáneamente nuestra santidad y nos preservará eternamente en ella por medio de las dos últimas partes de este artículo.
60] Sin embargo, el término "resurrección de la carne" no está bien elegido. Cuando los alemanes oímos la palabra Fleisch (carne), no pensamos más allá de la carnicería. Idiomáticamente diríamos "resurrección del cuerpo". Sin embargo, esto no tiene mayor importancia, siempre y cuando las palabras se entiendan correctamente.
61] Este es, pues, el artículo que debe permanecer siempre en vigor. La creación ha pasado y la redención se ha cumplido, pero el Espíritu Santo continúa su obra incesantemente hasta el último día. Para ello ha designado una comunidad en la tierra, a través de la cual habla y realiza toda su obra.
62] Pues aún no ha reunido a todo su pueblo cristiano, ni ha completado la concesión del perdón. Por eso creemos en Aquel que diariamente nos introduce en esta comunidad mediante la Palabra, e imparte, aumenta y fortalece la fe mediante la misma Palabra y el perdón de los pecados. Luego, cuando su obra haya concluido y permanezcamos en ella, habiendo muerto al mundo y a todo mal, nos hará finalmente perfecta y eternamente santos. Ahora esperamos con fe que esto se cumpla por medio de la Palabra.
63] Aquí, en el Credo, tienes toda la esencia de Dios, su voluntad y su obra exquisitamente descritas en palabras muy breves pero ricas. En ellas consiste toda nuestra sabiduría, que supera toda la sabiduría, el entendimiento y la razón de los hombres. Aunque el mundo entero ha tratado afanosamente de aprender lo que Dios es y lo que piensa y hace, nunca lo ha conseguido en lo más mínimo. Pero aquí lo tienes todo en la más rica medida.
64] En estos tres artículos, Dios mismo nos ha revelado y abierto las profundidades más hondas de su corazón paterno, de su amor puro e indecible. Nos ha creado precisamente para esto, para redimirnos y santificarnos. Además, después de habernos dado todo lo que hay en el cielo y en la tierra, nos ha dado a su Hijo y a su Espíritu Santo, por medio de los cuales nos lleva a sí.
65] Como hemos explicado antes, nunca podríamos llegar a reconocer el favor y la gracia del Padre si no fuera por el Señor Cristo, que es un espejo del corazón del Padre. Fuera de Él no vemos más que a un Juez airado y terrible. Pero tampoco podríamos saber nada de Cristo, si no nos lo hubiera revelado el Espíritu Santo.
66] Estos artículos del Credo, por tanto, nos dividen y distinguen a los cristianos de todos los demás hombres de la tierra. Todos los que están fuera de la Iglesia cristiana, sean paganos, turcos, judíos o falsos cristianos e hipócritas, aunque creen y adoran sólo al Dios único y verdadero, no saben, sin embargo, cuál es su actitud hacia ellos. No pueden confiar en su amor y bendición. Por eso permanecen en la ira y la condenación eternas, pues no tienen al Señor Cristo y, además, no son iluminados ni bendecidos por los dones del Espíritu Santo.
67] Ahora ves que el Credo es una enseñanza muy diferente de los Diez Mandamientos. Estos últimos nos enseñan lo que debemos hacer; el Credo nos dice lo que Dios hace por nosotros y nos da. Los Diez Mandamientos, además, están inscritos en el corazón de todos los hombres. Ninguna sabiduría humana puede comprender el Credo; sólo el Espíritu Santo puede enseñarlo.
68] Por tanto, los Diez Mandamientos no nos hacen cristianos por sí mismos, pues la ira y el desagrado de Dios siguen sobre nosotros porque no podemos cumplir sus exigencias. Pero el Credo trae pura gracia y nos hace rectos y agradables a Dios.
69] A través de este conocimiento llegamos a amar y deleitarnos en todos los mandamientos de Dios, porque vemos que Dios se nos da completamente, con todos sus dones y su poder, para ayudarnos a guardar los Diez Mandamientos: el Padre nos da toda la creación, Cristo todas sus obras, el Espíritu Santo todos sus dones.
70] Por el momento, esto es suficiente sobre el Credo para sentar las bases para la gente común sin sobrecargarlos. Una vez que comprendan la sustancia del mismo, podrán por propia iniciativa aprender más, relacionando estas enseñanzas del Catecismo con todo lo que aprendan en las Escrituras, y así avanzar y enriquecerse en la comprensión. Mientras vivamos, tendremos bastante que predicar y aprender sobre el tema de la fe.