Traducción de la versión en alemán
Artículo XVIII Artículo. Sobre el Libre Albedrío.
1] Se enseña sobre el libre albedrío que el hombre tiene, en cierto modo, un libre albedrío para vivir externamente de manera honorable y para elegir entre las cosas que la razón comprende;
2] pero sin la gracia, ayuda y acción del Espíritu Santo, el hombre no puede agradar a Dios, temer a Dios de corazón, creer en Él ni expulsar la mala concupiscencia innata del corazón,
3] sino que esto sucede por el Espíritu Santo, que se da a través de la Palabra de Dios. Porque Pablo dice en 1 Corintios 2:14, “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios.”
4] Y para que se pueda reconocer que aquí no se enseña ninguna novedad, estas son las claras palabras de Agustín sobre el libre albedrío, como están escritas en el libro 3 de “Hypognosticon” (El autor de este escrito antipelagiano no es Agustín, sino Marius Mercator o el presbítero Sixto, quien después fue obispo de Roma, Celestino): “Confesamos que en todos los hombres hay libre albedrío; pues todos tienen un entendimiento y razón naturales e innatos, no para que puedan hacer algo en relación con Dios, como amar a Dios de corazón, ni temerlo; sino que solo en las obras externas de esta vida tienen libertad para elegir el bien o el mal.
5] Me refiero al «bien» lo que la naturaleza puede hacer, como trabajar en el campo o no, comer, beber, visitar a un amigo o no, ponerse o quitarse una prenda de vestir, construir, tomar una esposa, ejercer un oficio y hacer algo útil y bueno;
6] pero todo esto no es ni existe sin Dios, sino que todo es y existe por Él y a través de Él.
7] Por otro lado, el hombre también puede emprender el mal por elección propia, como arrodillarse ante un ídolo, cometer un asesinato, etc.”
Traducción de la versión en latín
Artículo XVIII. Sobre el Libre Albedrío.
1] Se enseña sobre el libre albedrío que la voluntad humana tiene cierta libertad para realizar la justicia civil y elegir
2] cosas sujetas a la razón. Pero no tiene el poder, sin el Espíritu Santo, de efectuar la justicia de Dios o la justicia espiritual, porque el hombre natural
3] no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios (1 Cor. 2:14); sino que esto sucede en los corazones cuando
4] por medio de la Palabra el Espíritu Santo es concebido. Agustín dice esto mismo en el libro III de "Hypognosticon": "Confesamos que todos los hombres tienen libre albedrío, teniendo juicio de razón, no por lo cual sea idóneo en las cosas que pertenecen a Dios, sin Dios, o ciertamente comenzar o llevar a cabo, sino solo en las obras de la vida presente, tanto buenas como malas.
5] Digo buenas, que surgen del bien de la naturaleza, es decir, querer trabajar en el campo, querer comer y beber, querer tener un amigo, querer tener ropa, querer construir una casa, querer tomar una esposa, querer criar ganado, aprender un oficio de diversas cosas buenas, o cualquier cosa buena que pertenezca a la vida presente.
6] Todas estas cosas no subsisten sin el gobierno divino, sino que son y comenzaron a ser por Él y a través de Él. En cuanto a las malas,
7] digo, como querer adorar un ídolo, querer cometer homicidio, etc.
8] Condenan a los pelagianos y otros que enseñan que, sin el Espíritu Santo, solo con las fuerzas de la naturaleza podemos amar a Dios sobre todas las cosas, y también cumplir los mandamientos de Dios en cuanto a la sustancia de los actos. Aunque la naturaleza puede realizar de alguna manera obras externas (puede, por ejemplo, contener las manos de robar, de matar), sin embargo, no puede efectuar los movimientos internos, como el temor de Dios, la confianza en Dios, la castidad, la paciencia, etc.