La Cuarta Petición
71] "Danos hoy nuestro pan de cada día".
72] Aquí consideramos el pobre granero: las necesidades de nuestro cuerpo y de nuestra vida en la tierra. Es una palabra breve y sencilla, pero muy completa. Cuando rezas por el "pan de cada día" rezas por todo lo que es necesario para tener y disfrutar del pan de cada día y, por el contrario, contra todo lo que interfiere en el disfrute del mismo. Por tanto, debes ampliar y extender tus pensamientos para incluir no sólo el horno o el silo de harina, sino también los amplios campos y toda la tierra que producen y nos proporcionan el pan de cada día y todo tipo de sustento. Porque si Dios no hiciera crecer el grano y no lo bendijera y conservara en el campo, nunca podríamos sacar una hogaza de pan del horno para ponerla en la mesa.
73] Para decirlo brevemente, esta petición incluye todo lo que pertenece a nuestra vida entera en este mundo; sólo por ella necesitamos el pan de cada día. Ahora bien, nuestra vida requiere no sólo alimento y vestido y otras necesidades para nuestro cuerpo, sino también paz y concordia en nuestros negocios diarios y en las asociaciones de todo tipo con las personas entre las que vivimos y nos movemos; en resumen, todo lo que pertenece a la regulación de nuestros asuntos domésticos y de nuestros asuntos civiles o políticos. Porque donde estas dos relaciones se interfieren y se impide que funcionen correctamente, también se interfieren las necesidades de la vida, y la vida misma no puede mantenerse por ningún tiempo.
74] De hecho, la mayor necesidad de todas es orar por nuestras autoridades civiles y el gobierno, porque principalmente a través de ellos Dios nos proporciona nuestro pan de cada día y todas las comodidades de esta vida. Aunque hemos recibido de Dios todos los bienes en abundancia, no podemos retener ninguno de ellos ni disfrutarlos con seguridad o felicidad a menos que Él nos dé un gobierno estable y pacífico. Porque donde reinan la disensión, la contienda y la guerra, allí se nos quita, o al menos se reduce, el pan de cada día.
75] Por lo tanto, sería conveniente que en el escudo de armas de todo príncipe recto figurara una hogaza de pan en lugar de un león o una corona de ruda, o que se estampase una hogaza de pan en las monedas, para recordar tanto a los príncipes como a los súbditos que gracias al oficio de los príncipes gozamos de protección y paz y que sin ellos no podríamos tener la bendición constante del pan de cada día. Los gobernantes son dignos de todo honor, y debemos rendirles los deberes que les debemos y hacer todo lo que podamos por ellos, como por aquellos a través de los cuales disfrutamos de nuestras posesiones en paz y tranquilidad, ya que de otro modo no podríamos conservar ni un céntimo. Además, debemos orar por ellos, para que a través de ellos Dios nos conceda aún más bendiciones y bienes.
76] Resumamos muy brevemente la amplitud con que esta petición abarca todo tipo de relaciones en la tierra. De ella se podría hacer una larga oración, enumerando con muchas palabras todas las cosas que incluye. Por ejemplo, podemos pedir a Dios que nos dé alimento y bebida, vestido, casa, hogar y un cuerpo sano; que haga que el grano y los frutos del campo crezcan y rindan abundantemente; que nos ayude a administrar bien nuestro hogar y nos dé y conserve una buena esposa, hijos y criados; que haga que nuestro trabajo, oficio u ocupación, cualquiera que sea, prospere y tenga éxito; que nos conceda vecinos fieles y buenos amigos, etc.
77] Además, pedir a Dios que dote al emperador, a los reyes y a todos los estamentos humanos, y especialmente a nuestros príncipes, consejeros, magistrados y funcionarios, de sabiduría, fuerza y prosperidad para gobernar bien y salir victoriosos de los turcos y de todos nuestros enemigos; que conceda a sus súbditos y al pueblo en general vivir juntos en obediencia, paz y concordia.
78] Por otra parte, para protegernos de todo tipo de daños a nuestro cuerpo y a nuestro sustento, de la tempestad, el granizo, el fuego y las inundaciones; del veneno, la peste y la peste del ganado; de la guerra y el derramamiento de sangre, el hambre, las bestias salvajes, los hombres malvados, etc.
79] Es bueno inculcar a la gente corriente que todas estas cosas vienen de Dios y que debemos rezar por ellas.
80] Pero especialmente se dirige esta petición contra nuestro principal enemigo, el diablo, cuyo único propósito y deseo es quitar o interferir con todo lo que hemos recibido de Dios. No se contenta con obstruir y derribar el orden espiritual, para engañar a los hombres con sus mentiras y someterlos a su poder, sino que también impide y obstaculiza el establecimiento de cualquier clase de gobierno o de relaciones honorables y pacíficas en la tierra. Por eso causa tantas contiendas, asesinatos, sediciones y guerras, por eso envía tempestades y granizo para destruir las cosechas y el ganado, por eso envenena el aire, etc.
81] En resumen, le duele que alguien reciba un bocado de pan de Dios y lo coma en paz. Si estuviera en su poder, y nuestra oración a Dios no lo contuviera, seguramente no tendríamos ni una paja en el campo, ni un céntimo en casa, ni siquiera nuestra vida durante una hora, especialmente los que tenemos la Palabra de Dios y quisiéramos ser cristianos.
82] Así, como ves, Dios desea mostrarnos cómo cuida de nosotros en todas nuestras necesidades y provee fielmente a nuestra existencia diaria.
83] Aunque da y proporciona estas bendiciones con abundancia, incluso a los malvados y pícaros, desea que recemos por ellas para que nos demos cuenta de que las hemos recibido de su mano y reconozcamos en ellas su bondad paternal para con nosotros. Cuando retira su mano, nada puede prosperar ni durar mucho tiempo, como de hecho vemos y experimentamos cada día.
84] ¡Cuántos problemas hay ahora en el mundo simplemente a causa de la moneda falsa, sí, a causa de la explotación diaria y la usura en los negocios públicos, el comercio y el trabajo por parte de aquellos que oprimen gratuitamente a los pobres y los privan de su pan de cada día! Esto debemos soportarlo, por supuesto; pero que los explotadores y opresores tengan cuidado de no perder la intercesión común de la Iglesia, y que tengan cuidado de que esta petición del Padre Nuestro no se vuelva contra ellos.