II. Sobre la Ley.
1] Aquí sostenemos que la Ley fue dada por Dios, en primer lugar, para frenar el pecado con amenazas y terrores de castigo, y con promesas y ofrecimientos de gracia y bondad. Pero todo esto ha resultado mal debido a la maldad que el pecado ha obrado en el hombre.
2] Pues, por una parte, algunos se han vuelto peores, ya que son enemigos de la Ley, porque prohíbe lo que les gusta hacer y ordena lo que no quieren hacer. Por lo tanto, cuando pueden evitar el castigo, ahora actúan más en contra de la Ley que antes. Estos son los individuos rudos y malvados que hacen el mal donde tienen oportunidad.
3] Otros se vuelven ciegos y presuntuosos, pensando que cumplen y pueden cumplir la Ley con sus propias fuerzas, como se ha dicho antes de los teólogos escolásticos; de ahí surgen los hipócritas y falsos santos.
4] Pero la principal función o poder de la Ley es que revela el pecado original con sus frutos y todo lo demás, y muestra al hombre cuán profundamente ha caído su naturaleza y cuán absolutamente corrupta está. Pues la Ley debe decirle que no tiene a Dios, que no lo considera, y que adora a dioses extraños, lo cual no habría creído antes y sin la Ley. Esto lo asusta, lo humilla, lo desanima, lo desespera, quisiera que lo ayudaran y no sabe cómo, empieza a enemistarse con Dios y a murmurar, etc.
5] Esto es lo que significa Romanos 4:15: “La Ley produce ira” y Romanos 5:20: “El pecado se hace más grande por medio de la Ley.”