La Tercera Petición sale de las primeras dos peticiones. El Catecismo responde a la pregunta: "¿Cómo se hace la voluntad de Dios?" con estas palabras: "La voluntad de Dios se hace cuando rompe y obstaculiza todo mal plan y propósito del diablo, del mundo y de nuestra naturaleza pecaminosa, que no quieren que santifiquemos el nombre de Dios ni dejemos que Su reino venga; y cuando nos fortalece y nos mantiene firmes en Su Palabra y fe hasta que muramos".
La voluntad de Dios es la salvación de los pecadores a través de Su Hijo Jesucristo. No oramos, "Hágase su voluntad en la tierra como en el cielo", como agnósticos, es decir, como aquellos que no conocen la voluntad de Dios. ¡No tenemos que adivinar! Dios quiere que "todas las personas sean salvadas y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Timoteo 2:4). La voluntad de Dios se da a conocer, o se revela, en Su Palabra.
Cuando oramos: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo", estamos orando contra nuestra propia voluntad. No estamos orando para que Dios conforme Su voluntad (en el cielo) a nuestra voluntad (en la tierra), sino que alinee nuestra voluntad (en la tierra) con Su voluntad (en el cielo). ¡Orar esta petición al opuesto es invitar a problemas!
Donde la Palabra de Dios es predicada, aceptada o creída, y da fruto, allí la santa y preciosa cruz tampoco estará muy lejos. No debemos pensar que la voluntad de Dios implica que tengamos paz terrenal; más bien, debemos sacrificar todo lo que tenemos en las posesiones de la tierra, el honor, la casa y trabajo, el cónyuge y los hijos, el cuerpo y la vida. Ahora, esto aflige nuestra carne y a la vieja criatura, porque significa que debemos permanecer firmes, sufrir pacientemente lo que nos suceda, y dejar suelto lo que nos sea quitado.
Entonces en esta petición y Señor Jesús nos enseña abrir la mano para soltar el control, para que Él lo llena de bendiciones según su voluntad. En toda la oración, podemos notar que el Señor Jesús quiere cambiar el enfoque de nuestros deseos para que deseamos lo que realmente importa. Dios quiere que nuestra voluntad sea instruida para que queremos lo que Él nos quiere dar.