El ángulo de ataque para la tentación es siempre el Primer Mandamiento. En la Sexta Petición, oramos para que el Padre nos proteja y nos mantenga alejados de las tentaciones que tienen su fuente en el diablo, el mundo, y nuestra naturaleza pecaminosa.

Vemos la dinámica de la tentación en Génesis 3. La serpiente introduce duda en la Palabra de Dios, dirigiendo a Eva lejos de esa Palabra y a sus propias percepciones y deseos. El otro gran relato de la tentación en las Sagradas Escrituras es en Mateo 4, la tentación del diablo de nuestro Señor en el desierto. Nuestro Señor vence la tentación para nosotros precisamente en el punto donde Eva falla, con la Palabra de Dios.  La victoria sobre la tentación permanece con Cristo y Su Palabra. Su Palabra es nuestra manera de escapar de las trampas que Satanás pone para nosotros en la tentación.

Es el Espíritu con los que lleva a Jesús al desierto para ser tentado en nuestro lugar, así que ahora también pedimos al Espíritu que nos guíe con Jesús fuera de esa tentación y hacia la fe en Cristo. Una vez más, Jesús nos señala la importancia de la fe, no nos sacamos de la tentación, y no es por nuestro poder que la venceremos, sino sólo por la gracia de Dios.