¿Han notado cómo hay una sensación de movimiento a la oración del Señor? A medida que la oración ha progresado, hemos pasado de los lugares más altos y santos, el trono de nuestro Padre Celestial y Su Santo nombre, hasta la tierra y nuestras preocupaciones diarias, y ahora a las profundidades del infierno donde el diablo y sus ángeles tratan de atacarnos y devorarnos. La oración del Señor es en este sentido una "oración de batalla" que nos lleva a las puertas del enemigo y ataca contra quien nos odia. El Reino de Dios llega a las mismas puertas del infierno, como Jesús dice de la iglesia, las "Puertas del hades no prevalecerán contra ella."

La Séptima Petición es una oración contra Satanás, el maligno. Parece estar hablando del diablo como la suma de todo mal para que toda la sustancia de nuestra oración pueda estar dirigida contra nuestro archienemigo. En esta petición, nuestro Padre desea que lo miremos solo a Él, ante los ataques de Satanás. Oramos esta petición con la confianza de que el Padre ya nos ha librado del poder de Satanás por medio de la redención realizada por nosotros en la muerte redentora de nuestro Salvador.

Esta batalla se lleva a una conclusión con las palabras de la doxología que los luteranos están acostumbrados a utilizar en su práctica del Padre Nuestro. Esta doxología “porque tuyo es el reino, el poder, y la gloria” (una doxología significa palabras de alabanza) es una práctica antigua que acompaña la palabra “Amén”. En los primeros manuscritos de la Biblia, estas palabras fueron incluidas en la Oración del Señor, porque los cristianos estaban tan acostumbrados a decirlas como parte del servicio de adoración de la iglesia primitiva. Los católicos romanos no están acostumbrados a incluir esta doxología, pero es una práctica que estuvo en uso en muchas de las iglesias católicas en los primeros siglos. Como su contenido no contradice, más bien apoya las palabras de Jesús, la Iglesia Luterana lo mantiene. Con esta doxología decimos que todas estas cosas son posibles porque Dios es Él que las logra. Si bien no es parte del texto bíblico de la oración del Señor, es simplemente una afirmación y expansión de la palabra, “Amén.”

''Amén'' significa "verdad; que así sea". Orar en el nombre de Jesús es orar con la seguridad de que Dios escucha nuestras oraciones y las contesta. ''Amen' es la gran palabra de fe, porque con esta palabra que concluimos nuestras oraciones a Dios, no sobre la base de nuestra propia justicia, sino únicamente sobre la base de la justicia de Aquel que es el "sí" y "amén" a todas las promesas del Padre.