El Tercer Mandamiento, "Recuerda el día de reposo al santificarlo", se dirige a nuestro uso de la Palabra del Señor. En el Antiguo Testamento, Dios santificó el séptimo día (sábado) como un día de descanso, un permiso sabático de los rigores de la vida cotidiana en la creación de Dios. El día de reposo del Antiguo Testamento señaló a Cristo Jesús y se cumplió en Él.

Sin embargo, el Tercer Mandamiento no se limita a un día (los primeros cristianos se reunían los domingos para recordar la resurrección, pero también reunían otros días), sino que se dirige a nuestro oído a guardar la Santa Palabra de Dios. El día es santificado por la predicación y el oír de la Palabra de Dios.

El descanso del día de reposo significa más que una pausa del trabajo. Debe ser una oportunidad para que Dios haga su obra en el hombre. Dejamos que trabajar para que Dios trabaje en nosotros. Dios quiere distraer al hombre de su trabajo diario y así abrirlo a los dones de Dios. Observar el día de reposo no es una buena obra que el hombre podría ofrecer a Dios. Por el contrario, significa hacer una pausa de todas nuestras obras y dejar que Dios haga su obra dentro y por nosotros.

La pasividad del hombre y la actividad de Dios marcan una comprensión adecuada del día de reposo. Y se aplica no sólo a ciertos días santos en el calendario, sino a la vida cristiana en su totalidad, testificando de la existencia del hombre como criatura de Dios que espera por la fe la vida venidera. A través de la actividad de Dios en Cristo, el hombre se ve atraído a la muerte y resurrección del Redentor y así recrea a un hombre nuevo en Cristo. El Tercer Mandamiento no nos obliga a obras específicas de ningún tipo (ni siquiera a obras espirituales o adoración), sino que nos dirige a la obra de Dios. Y no entramos en contacto con este último excepto en el servicio, donde Cristo nos encuentra en los medios de gracia.

¡Cristo nos quiere ofrecer su descanso! Nuestro Señor mismo, el Hijo del Hombre que es "Señor del día de reposo" (Mateo 12:8), viene a nosotros en Su Palabra y Sacramento para darnos descanso, un día de reposo en espíritu y verdad. El Tercer Mandamiento destruye todo intento de encontrar descanso y paz aparte de nuestro Señor y Su Evangelio.