939 - MAESTRO SE ENCRESPAN LAS ÁGUAS

1. ¡Maestro, se encrespan las aguas,

Y ruge la tempestad!

Los grandes abismos del cielo

Se llenan de oscuridad.

¿No vez que aquí perecemos?

¿Puedes dormir así,

Cuando el mar agitado nos abre

Profundo sepulcro aquí?

Estribillo

Los vientos, las olas oirán tu voz:

“¡Sea la paz!”

Calmas las iras del negro mar,

Las luchas del alma las haces cesar;

Y así, la barquilla do va el Señor,

Hundirse no puede en el mar traidor.

Doquier se cumple tu voluntad,

Sea la paz, sea la paz.

Tu voz resuena en la inmensidad:

“¡Sea la paz!”

2. Maestro, mi ser angustiado

Te busca con ansiedad.

De mi alma en los antros profundos

Se libra cruel tempestad.

Pasa el pecado a torrentes

Sobre mi frágil ser.

Y perezco, perezco, Maestro;

¡Oh, quiérame socorrer! Estr.

3. Maestro, pasó la tormenta;

Los vientos no rugen ya.

Y sobre el cristal de las aguas

El sol resplandecerá.

Maestro, prolonga esta calma;

No me abandones más.

Cruzaré los abismos contigo,

Gozando bendita paz. Estr.

Letra: Mary Ann Baker, 1831-1921; trad. Vicente Mendoza, 1875-1955

Música: Horatio Richmond Palmer, 1834-1907

Mc 4:35-41; Mt 14:22-33

Letra: dominio público

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