El Año Ecclesiastico

Jesús Todo el Tiempo

En muchas iglesias hoy en día, el sermón dominical puede abordar una amplia gama de temas. Es posible que escuche sobre cuestiones de moda de justicia social, que reciba consejos prácticos para vivir una vida más santa o que explore los eventos actuales a través de una lente basada en la fe. En muchas iglesias, es probable que escuche algunos versículos bíblicos mientras el pastor comparte historias y opiniones personales.

Pero en las iglesias de la auténtica confesión luterana, escuchará una sola cosa desde el púlpito, semana tras semana: Jesucristo y este crucificado. (1 Corintios 1:13) Este es el latido del corazón de nuestra fe y la lente a través de la cual vemos toda la Escritura y toda la vida. Siempre estamos señalando a Jesús.

Si tiene curiosidad sobre el tipo de predicación que encontrará en una iglesia luterana, considere los temas que se encuentran en nuestro leccionario histórico, la guía para nuestras lecturas bíblicas semanales. Cada año, nos sumergimos en casi 90,000 palabras seleccionadas del Antiguo Testamento, los Salmos, las Epístolas y los Evangelios, un rico tesoro de la Palabra de Dios. Y entretejida a lo largo de cada pasaje, cada salmo y cada parábola, brilla la clara luz de la obra redentora de Cristo por los pecadores, como tela de oro, enseñada desde las Escrituras correctamente divididas en Ley y Evangelio.

¿De que estamos hablando en nuestras iglesias? Pues;

  • El Primer Domingo de Adviento: Jesús viene humildemente como el Hijo prometido de David para darnos Su justicia.

  • Segundo Domingo de Adviento: En el Día Postrero, Cristo nuestro Redentor Jesús vendrá de nuevo con poder y gloria.

  • Tercer Domingo de Adviento: Las obras de Jesús, como sanar a los enfermos y resucitar a los muertos, dan testimonio de que Él es el Mesías.

  • Cuarto Domingo de Adviento: Dios vino a su pueblo velado en carne humana en la persona de Cristo Jesús.

  • Nochebuena: Dios está con nosotros en la carne de Jesús, el Hijo de María, y ha venido a rescatarnos del pecado y de la muerte.

  • Día de Navidad: El Hijo de Dios, Jesús, el Verbo que es Dios, tomó nuestra carne y nuestra sangre, habitando entre nosotros, para que pudiéramos llegar a ser hijos de Dios por medio de la fe.

  • El Primer Domingo después de Navidad: Jesús, la simiente de David, fue presentado en el Templo para ser una luz de revelación a los gentiles.

  • El Segundo Domingo después de Navidad: Jesús es el Israel perfecto, ofreciendo Su vida perfecta en nuestro lugar.

  • La Epifanía de Nuestro Señor: Dios se revela al mundo a través del Hijo encarnado, Jesús.

  • El Primer Domingo después de la Epifanía: Jesús es el templo eterno y la morada de Dios.

  • El Bautismo de Nuestro Señor: En Su bautismo, Jesús tomó Su lugar con los pecadores, intercambiando nuestro pecado por Su justicia.

  • El Segundo Domingo después de la Epifanía: El primer milagro de Jesús, convertir el agua en vino, revela que Él vino a restaurar la creación.

  • Tercer Domingo después de la Epifanía: El Evangelio de Cristo Jesús es el poder de Dios para la salvación de todos los creyentes, tanto judíos como gentiles.

  • Cuarto Domingo después de la Epifanía: Jesús es el Señor de toda la creación, calmando las tormentas del juicio de Dios.

  • Quinto Domingo después de la Epifanía: En el Día Postrero, Cristo Jesús separará a los malvados de los justos, y los justos brillarán como el sol en Su reino.

  • La Transfiguración de Nuestro Señor: Jesús reveló Su gloria como el Hijo eterno de Dios, el cumplimiento de la Ley y los Profetas.

  • Septuagésima: Cristo Jesús es la roca de la que fluye sangre y agua, por la cual somos limpiados de nuestro pecado y salvados por Su gracia.

  • Sexagesima: Cristo Jesús es la semilla que cayó a la tierra y murió para que pudiera brotar a una nueva vida.

  • Quincuagésima: Aquellos que miran a Jesús con los ojos de la fe lo seguirán, a través de la muerte, a la vida.

  • Miércoles de Ceniza: Aclamamos la misericordia de nuestro Señor, revelado en Jesús, y dejamos atrás nuestras antiguas formas de vida.

  • El Primer Domingo de Cuaresma: Jesús permaneció en el desierto maldito, soportando los ataques del diablo, para que pudiéramos ser restaurados a la vida.

  • Segundo Domingo de Cuaresma: Nos aferramos a Jesús con fe como el que nos concede la misericordia.

  • Tercer Domingo de Cuaresma: Jesús es el hombre más fuerte que venció al hombre fuerte, Satanás, quitándole la armadura del pecado y de la muerte.

  • Cuarto Domingo de Cuaresma: Jesús, nuestro nuevo y más grande Moisés, nos libera de la esclavitud dándonos su propio cuerpo y sangre como pan de vida.

  • El Quinto Domingo de Cuaresma: Jesús vino a probar la muerte por nosotros para que pudiéramos ser liberados del poder de la muerte.

  • Domingo de Ramos: Jesús entró humildemente en Jerusalén, llevando una corona de espinas, para salvarnos de nuestros enemigos sacrificando su vida.

  • Jueves Santo: Al comer Su cuerpo y beber Su sangre, proclamamos que Jesús es nuestro Cordero de Pascua.

  • Viernes Santo: Jesús, el Cordero de Dios, fue llevado al sacrificio de la cruz como sacrificio expiatorio por los pecados del mundo.

  • Vigilia Pascual: La resurrección de Cristo Jesús nos guía a través del mar bautismal a una nueva vida con Dios.

  • La Resurrección de Nuestro Señor: Jesús, el Cristo crucificado ha resucitado, asegurando nuestra propia resurrección corporal.

  • El Segundo Domingo de Pascua: Jesús resucitado presentó sus llagas a sus discípulos, dándoles paz, el Espíritu Santo y una vida nueva y eterna.

  • Tercer Domingo de Pascua: Jesús, el Buen Pastor, dio su vida por sus ovejas para salvarlas del pecado, la muerte y el diablo.

  • El Cuarto Domingo de Pascua: Aunque debemos esperar para ver a Cristo Jesús en toda su gloria, Él ha enviado al Espíritu Santo para consolarnos.

  • El Quinto Domingo de Pascua: El Espíritu Santo nos da el arrepentimiento, el perdón de los pecados, la justicia de Cristo Jesús y la victoria sobre el diablo.

  • El Sexto Domingo de Pascua: Debido a que ha abierto el acceso al Padre, oramos con valentía a Él en el nombre de Jesús.

  • La Ascensión de Nuestro Señor: Aunque Jesús ascendió a la diestra del Padre, Él continúa obrando a través de Su Iglesia.

  • Séptimo Domingo de Pascua: El Espíritu Santo nos da testimonio de Jesús, que es la Verdad.

  • Pentecostés: Dios revirtió la dispersión en la Torre de Babel enviando al Espíritu Santo, que reúne a personas de todas las naciones en una sola Iglesia a través de la predicación del Evangelio de Jesús en muchos idiomas.

  • La Santísima Trinidad: A través de la muerte y resurrección de Jesús, Dios nos ha dado la vida eterna, y el Espíritu Santo crea nueva vida en nosotros a través del bautismo.

  • El Primer Domingo después de la Trinidad: Somos salvos por gracia a través de la fe en la muerte y resurrección de Jesús.

  • El Segundo Domingo después de la Trinidad: Cristo Jesús derramó su sangre en la cruz por todas las personas, judías y gentiles.

  • El Tercer Domingo después de la Trinidad: Jesús da la bienvenida a los pecadores y se sienta a la mesa con nosotros en la Cena del Señor.

  • Cuarto Domingo después de la Trinidad: Jesús venció el mal con el bien en la cruz, mostrándonos misericordia y perdón para que nosotros también podamos ser misericordiosos.

  • El Quinto Domingo después de la Trinidad: El poder de Dios para salvar viene a través de la predicación de Cristo Jesús crucificado.

  • El Sexto Domingo después de la Trinidad: Nuestra única esperanza está en la justicia de Cristo Jesús, dada a nosotros en el bautismo.

  • El Séptimo Domingo después de la Trinidad: Jesús restaura el paraíso, dándonos gratuitamente comida y bebida en la Cena del Señor para nuestro perdón.

  • Octavo Domingo después de la Trinidad: Jesús es el árbol bueno que da buenos frutos, dando su cuerpo y su sangre para el perdón de los pecados.

  • El Noveno Domingo después de la Trinidad: Cristo Jesús es el mayordomo que ha cancelado nuestra deuda de pecado, sabiendo que el Padre honrará Su perdón a causa de la cruz.

  • El Décimo Domingo después de la Trinidad: Dios nos limpia del pecado en el templo de Su propio cuerpo, Jesucristo crucificado.

  • Undécimo Domingo después de la Trinidad: Cristo Jesús murió y resucitó por los humildes, que confían en la misericordia de Dios.

  • Duodécimo Domingo después de la Trinidad: Jesús abre nuestros oídos para oír y nuestras bocas para confesar la fe a través del Espíritu Santo, que obra a través de la Palabra.

  • Decimotercer Domingo después de la Trinidad: Jesús es nuestro Buen Samaritano, que nos rescata del pecado y de la muerte a través de su sacrificio en la cruz.

  • El Decimocuarto Domingo después de la Trinidad: Gritamos con los leprosos: "¡Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!" porque las palabras de Jesús son vida y sanación.

  • El Decimoquinto Domingo después de la Trinidad: Jesús ha provisto para nuestras necesidades eternas vistiéndonos con Su justicia y alimentándonos con Su cuerpo y sangre.

  • Decimosexto domingo después de la Trinidad: Jesús vence a la muerte y nos da una nueva vida.

  • Decimoséptimo domingo después de la Trinidad: Jesús se humilló a sí mismo hasta el punto de morir en la cruz, para que los creyentes penitentes pudieran ser exaltados con Él en la resurrección.

  • El Decimoctavo Domingo después de la Trinidad: Jesús cumplió las exigencias de la Ley de Dios para que pudiéramos ser salvos.

  • El Decimonoveno domingo después de la Trinidad: Jesús descendió del cielo para salvarnos.

  • El Vigésimo Domingo después de la Trinidad: Jesús nos invita a su fiesta de bodas para recibir abundante justicia.

  • El Vigésimo Primer Domingo después de la Trinidad: La Palabra de Dios creó todo, y Su Palabra, hecha carne en Jesucristo, restaura la creación caída.

  • Vigésimo Segundo Domingo después de la Trinidad: Porque Dios ha perdonado nuestros pecados a través del sacrificio de Jesús, nosotros perdonamos los pecados de los demás contra nosotros.

  • El Vigésimo Tercer Domingo después de la Trinidad: Jesús pagó el precio máximo, sometiéndose a las autoridades terrenales que lo pusieron en la cruz, para que pudiéramos tener la ciudadanía celestial.

  • Vigésimo Cuarto Domingo después de la Trinidad: Dios nos cubre a la sombra de Su mano y nos declara justos en Cristo Jesús, creando y sosteniendo nuestra fe.

  • Vigésimo Quinto Domingo después de la Trinidad: Aunque el reino de Cristo Jesús vendrá repentina e inesperadamente, en el Día Postrero nuestra fe se convertirá en vista.

  • El Vigésimo Sexto Domingo después de la Trinidad: Cristo Jesús regresará en gloria y separará las ovejas de las cabras.

  • El Último Domingo del Año Eclesiástico: Los sabios son aquellos que atienden diligentemente a la obra del Espíritu Santo en la Palabra y los Sacramentos, que nos dirige a Jesús.

  • Día de la Reforma: Jesús es la verdadera sabiduría de Dios que nos justifica por sus obras perfectas.

  • Día de Todos los Santos: Magnificaremos eternamente a Jesús, el Cordero de Dios en compañía de todos los santos.

  • Día de Acción de Gracias: Damos gracias a Dios por sostenernos en cuerpo y alma a través de Su Palabra, volviendo a darle gracias a los pies de Jesús.

El Año Eclesiástico, un antiguo calendario litúrgico que se ha desarrollado desde la época de los apóstoles, proporciona un marco estructurado para reflexionar sobre la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. A lo largo del año, los cristianos luteranos reflexionan sobre todas las principales enseñanzas de Jesús en una estructura que sigue aproximadamente tanto el Credo de Nicea como la temporada de la vida y el ministerio de Jesús.

Adviento: Anticipación y Preparación

El Adviento, la temporada inaugural del Año Eclesiástico, marca un período de espera expectante por la venida de Jesús. Las lecturas de la temporada se centran en los aspectos duales del advenimiento de Cristo: su humilde primera venida como un bebé en Belén para redimir a la humanidad y su gloriosa segunda venida como juez en el Día Postrero. Este énfasis en la doble naturaleza de la venida de Cristo subraya la dimensión escatológica de la fe cristiana, recordando a los creyentes que su vida presente se vive en la tensión entre el "ya" y el "todavía no" del Reino de Dios.

La figura de Juan el Bautista emerge como un personaje fundamental durante el Adviento. Como precursor de Cristo, el ministerio de arrepentimiento y bautismo de Juan preparó el camino para la llegada del Mesías. El llamado al arrepentimiento, central en el mensaje de Juan, resuena en todo el Adviento, instando a los creyentes a preparar sus corazones para la venida del Rey. Este énfasis en el arrepentimiento sirve como un recordatorio de la necesidad de una renovación espiritual continua y un alejamiento del pecado en anticipación del regreso de Cristo. Como símbolo de esta temporada de preparación y arrepentimiento, nuestras iglesias tradicionalmente usan vestiduras y paramentos morados o azules para marcar la temporada.

Navidad: Encarnación y Revelación

La temporada navideña celebra con júbilo la Encarnación, el evento crucial donde el Verbo eterno de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. Las lecturas del día de Navidad describen vívidamente este evento milagroso, destacando el profundo misterio de Dios tomando forma humana en la persona de Jesucristo. El significado teológico de la Encarnación se subraya por su centralidad en el Año Eclesiástico, ya que marca el inicio del acto definitivo de salvación de Dios para la humanidad.

Los domingos que siguen a la Navidad iluminan aún más las implicaciones teológicas de la Encarnación. La presentación de Jesús en el Templo, por ejemplo, significa la consagración de Jesús a Dios y su identificación como el verdadero Israel que cumple la Ley y los Profetas. Este evento presagia el sacrificio supremo de Jesús, ya que se ofrece a sí mismo como la expiación perfecta por los pecados del mundo. Además, estos domingos resaltan la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, demostrando cómo Cristo cumple las promesas y expectativas contenidas en las Escrituras Hebreas.

Nuestras iglesias típicamente usarán el color blanco para vestimentas y paramentos durante esta temporada.

Epifanía: Manifestación a todas las naciones

La Epifanía, que significa "manifestación" o "revelación", se centra en la revelación de Dios en Cristo tanto a los judíos como a los gentiles. Esta temporada expande el alcance de la salvación de Dios, enfatizando su alcance universal y aplicabilidad. Las lecturas durante la Epifanía describen eventos clave que subrayan este tema, entre ellos:

  • La visita de los Reyes Magos: La llegada de los magos de Oriente para adorar al niño Jesús significa la extensión de la salvación de Dios más allá de las fronteras de Israel, presagiando la inclusión de los gentiles en el plan de redención de Dios.

  • El Regreso de la Gloria del Señor al Templo en el Niño Jesús: Este evento significa la restauración de la presencia de Dios a su pueblo en la persona de Cristo. Jesús, como el verdadero Templo, se convierte en el lugar de la morada de Dios entre la humanidad, ofreciendo acceso a la gracia y al perdón de Dios.

  • El Bautismo de Jesús: El bautismo de Jesús por Juan el Bautista marca la inauguración de su ministerio público y el derramamiento del Espíritu Santo sobre él. El descenso del Espíritu y la voz del Padre desde el cielo afirmando a Jesús como su Hijo amado señalan el comienzo de la misión de Jesús de redimir a la humanidad y establecer el Reino de Dios.

La temporada de Epifanía continúa con lecturas que enfatizan el poder y la autoridad de Jesús a través de sus milagros. El milagro de Caná, donde Jesús transforma el agua en vino, no solo revela su poder divino, sino que también presagia la fiesta escatológica del Reino de Dios, donde todos participarán de la abundancia de las bendiciones de Dios. La curación del siervo del centurión y la calma de la tormenta demuestran la autoridad de Jesús sobre la enfermedad, el sufrimiento y las fuerzas de la naturaleza, subrayando su identidad como el Mesías y el que trae plenitud y paz a un mundo quebrantado.

Por lo general, nuestras iglesias celebran la epifanía usando vestimentas y paramentos blancos.

Cuaresma: Camino de arrepentimiento y renovación

Después de la alegre celebración de la Epifanía, el Año Eclesiástico se convierte en Cuaresma, un tiempo de penitencia, reflexión y preparación para la Pascua. Cerrando la brecha hay una corta temporada, que a menudo se llama "Pre-Cuaresma", en la que se destacan las doctrinas críticas de la Reforma mientras nos preparamos para entrar en la Cuaresma. En esta breve temporada se utilizan paramentos y vestimentas verdes.

La Cuaresma es un período sombrío, que abarca cuarenta días, y se hace eco de los cuarenta años de vagabundeo de los israelitas por el desierto y de los cuarenta días de ayuno y tentación de Jesús en el desierto. El énfasis de la temporada en el arrepentimiento y el autoexamen lleva a los creyentes a una comprensión más profunda de su propia pecaminosidad y necesidad de la gracia de Dios.

El Miércoles de Ceniza, el comienzo de la Cuaresma, marca la pauta de la temporada. Las lecturas de este día subrayan los temas del arrepentimiento y la misericordia ilimitada de Dios. La imposición de cenizas en la frente de los creyentes sirve como un recordatorio tangible de la mortalidad humana y el llamado a alejarse del pecado. Este acto de simbolismo físico refuerza la disposición interior de humildad y contrición que caracteriza la temporada de Cuaresma. El uso litúrgico de las cenizas, símbolo de la mortalidad, subraya la necesidad de una renovación espiritual y un alejamiento del pecado.

Los domingos de Cuaresma guían a los creyentes a través de un camino de reflexión y renovación espiritual. Las lecturas relatan eventos clave en la vida y el ministerio de Jesús que iluminan el camino del discipulado y resaltan el poder transformador de la gracia de Dios.

El púrpura es el color tradicional para la observancia de la Cuaresma.

Semana Santa: Conmemoración y Anticipación

La Semana Santa, la culminación de la Cuaresma, conmemora los acontecimientos que condujeron a la crucifixión y resurrección de Jesús. Esta observancia de una semana invita a los creyentes a caminar junto a Cristo en sus últimos días, experimentando las profundidades de su sufrimiento y el triunfo de su resurrección. Los eventos de la Semana Santa son fundamentales en la fe cristiana, y el Año de la Iglesia proporciona un marco estructurado para participar en estos eventos sagrados.

El Domingo de Ramos marca la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, aclamado como el Mesías por las multitudes. Las lecturas de este día yuxtaponen la celebración inicial de la llegada de Jesús con el presagio de su inminente sufrimiento y muerte. Esta yuxtaposición pone de relieve la naturaleza paradójica de la misión de Cristo, ya que su camino hacia la gloria conduce a través del sufrimiento y la humillación. Una tradición luterana en este domingo también es leer la narración completa de la pasión en el servicio de adoración, una lectura muy larga que cuenta toda la historia del Evangelio de Mateo, por esta razón también se le llama "Domingo de Pasión".

El Jueves Santo se centra en la institución de la Cena del Señor. Las lecturas relatan la última cena de Jesús con sus discípulos, durante la cual instituyó el sacramento de la Santa Comunión. Este acto de recuerdo y anticipación refuerza la conexión del creyente con el sacrificio de Cristo y la promesa de su regreso. La celebración de la Santa Cena el Jueves Santo permite a los creyentes participar en la nueva alianza establecida por Cristo a través de su muerte sacrificial.

El Viernes Santo conmemora solemnemente la crucifixión de Jesucristo. Las lecturas de este día se centran en el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz. Enfatizan que a través de su muerte, Jesús llevó el peso del pecado y reconcilió a la humanidad con Dios. "Para la congregación, la predicación del Cristo histórico en toda su plenitud es promovida y fecundada de este modo". El Viernes Santo invita a los creyentes a contemplar la profundidad del amor de Dios, demostrado a través del sacrificio voluntario de su Hijo por su salvación.

Pascua: Triunfo de la vida y de la esperanza

La Pascua, el pináculo de la fe cristiana y el año eclesiástico, celebra con júbilo la resurrección de Jesucristo. Este evento marca la victoria decisiva sobre el pecado y la muerte, marcando el comienzo de una nueva era de esperanza y vida para todos los que creen. Las lecturas de los domingos de Pascua proclaman el poder transformador de la resurrección, destacando sus implicaciones para los creyentes y el mundo.

Las narraciones de la resurrección en las lecturas de Pascua relatan las apariciones de Cristo resucitado a sus discípulos. Estos encuentros demuestran la realidad de la resurrección, confirmando la victoria de Jesús sobre la muerte y afirmando la esperanza de la vida eterna para los creyentes. Cristo resucitado trae un mensaje de paz, comisionando a sus discípulos para proclamar la Buena Nueva a todas las naciones.

La imagen de Jesús como el Buen Pastor resuena durante todo el tiempo de Pascua. Esta metáfora destaca el cuidado amoroso de Jesús por su rebaño, enfatizando su disposición a dar su vida por sus ovejas. Asegura a los creyentes la presencia y guía constante de Cristo en sus vidas, ofreciendo consuelo y protección en medio de los desafíos de la vida.

La promesa del Espíritu Santo es otro tema prominente en las lecturas de Pascua. La ascensión de Jesús al cielo y la efusión del Espíritu en Pentecostés marcan un nuevo capítulo en la vida de la Iglesia. La venida del Espíritu capacita a los creyentes para vivir como testigos de Cristo, equipándolos con los dones y la guía necesarios para proclamar el Evangelio y construir el Reino de Dios.

El blanco es el color tradicional para la celebración de la Pascua.

Pentecostés: Empoderando a la Iglesia

Pentecostés, que cae cincuenta días después de la Pascua, conmemora el descenso del Espíritu Santo sobre los discípulos. Este evento marca el nacimiento de la Iglesia y el empoderamiento de los creyentes para la misión y el ministerio. Las lecturas de Pentecostés relatan la dramática efusión del Espíritu, acompañada de signos y prodigios. Este evento cumple la promesa de Jesús de enviar al Espíritu Santo como consolador y abogado, marcando una nueva era de la presencia y el poder de Dios obrando en el mundo.

El descenso del Espíritu en Pentecostés equipa a los discípulos para proclamar el Evangelio en varios idiomas, lo que significa el alcance universal de la salvación de Dios. Este evento subraya el imperativo misionero de la Iglesia de compartir las buenas nuevas de la muerte y resurrección de Cristo con todas las personas. La Iglesia, a la que el Señor resucitado protege de Satanás y por la que Él ora, es la prolongación de su persona y de su obra en la tierra. La iglesia es el cuerpo de Cristo. La vida de la iglesia es Cristo. Pentecostés celebra la obra continua del Espíritu Santo para capacitar a los creyentes para que vivan como testigos de Cristo y participen en la edificación del Reino de Dios.

La celebración de Pentecostés, marcada por el color rojo, inicia una larga reflexión sobre la vida y el trabajo de la iglesia, tal como se explora en el tercer artículo del Credo de Nicea.

Tiempo Ordinario: Vivir la Vida Cristiana

Después de la temporada de Pascua, el Año Eclesiástico entra en el Tiempo Ordinario, un período que se centra en la vida y las enseñanzas de Jesús y en la vida continua de la Iglesia. Las lecturas durante el Tiempo Ordinario ofrecen un rico tapiz de instrucción y aliento, guiando a los creyentes a vivir su fe en la vida diaria. Estas lecturas enfatizan temas clave que dan forma a la vida cristiana, incluyendo:

  • Confiando en Cristo para la Vida Eterna: Las lecturas resaltan la necesidad de la fe en Jesucristo como el único camino a la salvación y la vida eterna. Enfatizan que a través de la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo, los creyentes se reconcilian con Dios y reciben el don de la vida eterna.

  • La llamada del Evangelio a todos: Las lecturas del Tiempo Ordinario subrayan la naturaleza universal del mensaje del Evangelio. Proclaman el amor de Dios por todas las personas, invitando a todos a arrepentirse y creer en Jesucristo para la salvación. Este énfasis refuerza el imperativo misionero de la Iglesia de compartir la Buena Nueva con todas las naciones.

  • El Señor recibiendo a los pecadores: Las lecturas representan la compasión de Jesús por los marginados y marginados. Demuestran su disposición a perdonar y acoger a aquellos que a menudo son rechazados por la sociedad. Este énfasis desafía a los creyentes a adoptar una postura similar de inclusión radical, extendiendo la gracia y la misericordia de Dios a todos.

  • El llamado de Jesús a ser misericordioso como nuestro Padre es misericordioso: Las lecturas destacan la dimensión ética de la vida cristiana, instando a los creyentes a imitar la misericordia y la compasión de Dios en sus interacciones con los demás. Este llamado al discipulado enfatiza la importancia del amor, el perdón y el servicio activo para encarnar las enseñanzas de Cristo.

Las narraciones contadas durante el Tiempo Ordinario ilustran varios aspectos del ministerio y las enseñanzas de Jesús. Estas narraciones ofrecen orientación práctica y alimento espiritual para los creyentes que buscan seguir a Cristo en su vida diaria. Algunos ejemplos notables incluyen:

  • Jesús llamando a sus discípulos: Estas narrativas demuestran la naturaleza radical del discipulado, llamando a los creyentes a dejar atrás sus vidas anteriores y seguir a Cristo de todo corazón. Subrayan la importancia del compromiso y el sacrificio en la vida de la fe cristiana.

  • Jesús cumpliendo la Ley: Las lecturas destacan cómo Jesús cumple la Ley y los Profetas, marcando el comienzo de una nueva era de gracia y verdad. Enfatizan que a través de la perfecta obediencia de Cristo, los creyentes son liberados de la condenación de la Ley y reciben el don de la justicia a través de la fe.

  • Jesús restaurando el paraíso: Las lecturas señalan el poder restaurador de la obra de Cristo, ofreciendo un vistazo de la esperanza futura para una creación renovada. Enfatizan que a través de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, los creyentes pueden experimentar sanidad y plenitud en sus vidas presentes y anticipar la restauración final de todas las cosas en el Reino de Dios.

  • Jesús Ofreciendo Abundante Justicia en Su Banquete de Bodas: Esta imagen, a menudo utilizada en las lecturas del Tiempo Ordinario, representa la fiesta escatológica del Reino de Dios, donde todos los que creen en Cristo participarán de la plenitud de las bendiciones de Dios. Enfatiza el gozo y la abundancia que espera a aquellos que son fieles a Cristo.

Las lecturas del Tiempo Ordinario también incorporan advertencias contra los falsos profetas y enfatizan la importancia de discernir la verdad de la falsedad. Este énfasis les recuerda a los creyentes que deben permanecer cimentados en las enseñanzas de Cristo y las Escrituras, protegiéndose contra las doctrinas engañosas que extravían. La temporada concluye con lecturas que se centran en la Segunda Venida de Cristo y el Juicio Final. "Para la revelación final de su gloria, Jesús debe esperar con su iglesia el último día". Estas lecturas subrayan la responsabilidad final de todas las personas ante Dios y animan a los creyentes a vivir en un estado de preparación para el regreso de Cristo.

El color del tiempo ordinario es el verde.