1. ¡Mirad al Rey del mundo
Maltrecho y moribundo
De la alta cruz pender!
El príncipe sublime
¡Ved cuán cansado gime!
Es cruel y atroz su padecer.

2. Su noble frente rota,
Del cuerpo exhausto brota
La sangre cual sudor.
Su corazón herido,
Por penas consumido
Sucumbe en el postrer dolor.

3. ¿Quién fue? ¿Quién te ha herido?
Señor, ¿qué has cometido?
¿Quién te maltrata así?
Sin mancha de pecado
El justo es condenado
Y sufre todo en bien de mí.

4. Yo soy: he merecido,
Al vil madero asido,
Mi trasgresión pagar.
Tus carnes desgarradas,
Tus manos traspasadas
Testigos son de mi pecar.

5. Tu cruz y tu suplicio
Serán constante indicio
De mi perversidad.
Por tu cabal paciencia
Te pido yo clemencia:
¡Piedad de mí, Señor, piedad!

6. Con tu aflicción amarga
Me libras de la carga
Que pesa sobre mí.
Tu roja sangre diste,
Y así me bendijiste
A mí quien te ultrajó aquí.

7. Tu cruz y tu suplicio
Serán constante indicio
De mi perversidad.
Por tu cabal paciencia
Te pido yo clemencia:
¡Piedad de mí, Señor, piedad!

Letra: Paul Gerhardt, 1607-1676; trad. Victor Dorsch, 1924-2016

Música: Heinrich Isaac, c. 1450-1517

Is 53; Heb 9:28; 1 P 2:21-25

Letra: © Culto Cristiano, Publicaciones “El Escudo”, 1964; administrado por Ediciones La Aurora