1. Siente el alma puros goces,

Al oír repetir celestiales voces:

¡La salud os ha venido!

Hoy cantad, entonad: ¡Cristo ha nacido!

2. Escuchad la voz del niño

Celestial: al mortal dice con cariño:

¡Los dolores deja, hermano,

A mí ven que tu bien todo está en mi mano!

3. ¡Vamos llenos de contento,

Sin tardar a admirar el sin par portento!

A Él amemos, que nos ama:

Y su amor el fulgor de su estrella aclama.

4. Si sufres dura agonía

Sin igual cese el mal, que Él os da alegría.

A Él venid, porque llevaros

Quiere allá donde va paz eterna a daros.

5. ¡Hombre, ven! Tú que el pecado

Fiero, mal infernal, tanto ya ha dañado;

Él, si bien mortal, la herida

Curará y dará una nueva vida.

6. Ven con tu pobreza, hermano,

¡Sin dudar! que llenar quiere aquí su mano.

Es incomparable al oro

Lo que Él da, do Él está, no hay mejor tesoro.

7. Yo te doy la bienvenida;

Quiero, pues que me des en mi muerte vida;

Viviré, Señor, amado,

Junto a Ti siendo allí feliz a tu lado.

Letra: Paul Gerhardt, 1607-1676; trad. Federico Fliedner, 1845-1901

Música: Johann Crüger, 1598-1662

Lc 2:8-14; Jn 3:16

Letra: dominio público